Si la primera década del siglo XXI se caracterizó por la influencia y el avance de la globalización, ahora podríamos estar entrando en un cambio a este proceso con un final que permanece abierto.
¿Cuántos artículos y columnas de opinión has leído recientemente sobre los beneficios de la globalización? Seguramente una gran cantidad, aunque ahora muchas de esas bondades podrían estar en tela de juicio.
Así de vertiginoso es todo en este mundo actual donde podemos ser testigos de una acérrima defensa del libre comercio por parte del presidente de China, Xi Jinping, como la que escuchamos recientemente en el Foro Económico de Davos:
“En una guerra comercial nadie emergerá como ganador. No podemos culpar a la globalización por los problemas económicos del mundo. Tenemos que adaptarnos y ser conscientes de los beneficios para todas las partes”, sentenció el funcionario con más poder de la segunda economía mundial.
Claramente el mensaje tenía un único destinatario, Donald Trump, que se ha manifestado en más de una oportunidad por acuerdos comerciales “más justos” con un sesgo claramente proteccionista.
Trump ha criticado abiertamente el Acuerdo comercial NAFTA con Canadá y con México, como así también la Alianza Comercial de los países del Pacífico. Y también le llegó el turno a China, el principal adversario económico en la visión del republicano:
“No queremos una guerra comercial con China, sino acuerdos comerciales más justos. Hoy Estados Unidos se encuentra en una clara desventaja”, señaló quien se convertirá oficialmente en el presidente estadounidense el próximo viernes.
Claramente Donald Trump tiene intenciones de poner fin a la globalización y la multilateralidad de los acuerdos para dar lugar a los negocios bilaterales, cara a cara.
A priori, cuando se miran superficialmente ciertas cifras, uno podría encontrar cierto raciocinio en el planteo de Trump, al menos desde la relación comercial entre las dos potencias más importantes del mundo.
En el año 2000, la balanza comercial bilateral entre Estados Unidos y China era deficitaria para el primero en US$ 83.833 millones. Para el año 2016, ese déficit pasó a US$ 319.282 millones, lo que muestra un avance de 281%.
Esas son las cifras que alientan a Trump a repartir nuevamente las cartas del comercio bilateral para equilibrar un poco ese desequilibrio.
Pero esto es un análisis estático.
Cuando avanzamos un poco más en el mismo, podemos obtener algunas conclusiones adicionales para poner en perspectiva la situación general.
1- En el mismo período considerado (2000-2016), las exportaciones de Estados Unidos a China crecieron en un 543%, pasando de US$ 16.185 millones a los actuales US$ 104.149 millones. En contraste, las ventas de China a Estados Unidos crecieron “tan sólo” 323,4% en el mismo lapso, desde los US$ 100.018 millones hasta los US$ 423.431 millones.
2- Trump resalta la cantidad de puestos de empleos perdidos por el ingreso masivo de bienes chinos a Estados Unidos, pero no considera las externalidades positivas de esas importaciones, como ser la creación de nuevos puestos laborales, las ventajas para el consumidor de menores precios internos, el salto de productividad impulsado por la mayor competencia, etc.
3- Finalmente, un tercer punto y no menor, es que China es el principal tenedor mundial de bonos del Tesoro estadunidense, lo que habla que ha venido financiando gran parte del déficit fiscal de ese país en los últimos años.
Este delicado equilibrio implica que Trump tendrá un camino lleno de obstáculos en su carrera de girar hacia el proteccionismo y nuevos acuerdo bilaterales en materia comercial.
Más allá de esto y las tensiones que puedan surgir en la relación Estados Unidos-China en el plano externo, la realidad indica que las oportunidades de negocios entre las dos potencias no se detendrán (y para ti como inversionista tampoco).
Al menos esto se desprende de lo que mencionó el presidente del Fondo Soberano Chino, Ding Xuedong, sobre las posibilidades de participar en la reconstrucción de los Estados Unidos a través del ambicioso plan de infraestructura de Donald Trump.
Para tu información, te comento que se trata de un potencial inversionista que maneja US$ 813.800 millones.
Si la globalización se enfría y las relaciones bilaterales toman el centro del ring, tu también puedes beneficiarte como inversionista.
Diego Martínez Burzaco
www.igdigital.com
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