El empresario Donald Trump está dispuesto a escalar sobre sus oponentes y ganar la candidatura para ser Presidente de Estados Unidos por el Partido Republicano
Ha desplegado un estilo que es habitual en él: se manda la parte como un magnate de éxito, bravucón, agresivo, vanidoso de sorprender con respuestas ácidas a sus enemigos, y sin pudor, arrollador y sin contemplaciones, reiterado profesor de aspirantes a ricos por TV. Ahora un político dispuesto a todo, sin medias tintas. Con un mensaje que consuela al frustrado ciudadano -de esos que hablan de la decadencia americana-, que utiliza su lenguaje, expresa su resentimiento, cubre de civilizado sus declaraciones de contenido primitivo, para ser suaves.
Hasta ahora, en las primarias norteamericanas donde se presentan los que quieren ( y pueden, porque necesitan millones de dólares en publicidad) acceder a la Casa Blanca y a los botones que coronan su poder. El supermartes, entre fines de febrero y a lo largo de marzo, cuando todas las cartas están echadas y se sepa la cantidad de delegados por candidatos según el intrincado y complejo sistema de elección en América del Norte, Trump podrá o no gritar su hurra.
Trump esgrime que el orgullo nacional, alicaído, puede recuperarse, a fuerza de mostrar músculos y deseos de pelear con los que estorban. Como en una película de John Wayne, actor -ícono en Hollywood, que en las películas durante y después de la Segunda Guerra, en los años 50 y 60 mataba japoneses a golpes de puño, sin necesidad de usar revólveres o ametrallladores o aniquilaba, siempre con éxito, a los indios en el Mediano Oeste. Un actor que se comportó cínicamente durante los juicios del Macchartismo desde 1947 hasta 1952, cuando los buscadores de comunistas por todos los rincones quisieron sentar en el banquillo al Ejército Norteamericano. El senador por el estado de Wisconsin, Joseph Mc Carthy, el que manejaba la trituradora de sospechosos se murió alcohólico, al poco tiempo.
El rudo John Wayne, que se había iniciado en el cine mudo lideraba entonces las posiciones nacionalistas y extremistas contra la Unión Soviética.Tiempos donde se llevaron al matrimonio Rosemberg a la silla eléctrica por entregar secretos sin trascendencia a la Unión Soviética.
Unos años oscuros donde Robert Taylor, Ronald Reagan (futuro presidente de la nación), Adolphe Menjou, Edward Robinson, Elia Kazan denunciaron a sus compañeros actores, guionistas y directores, nombre por nombre, por tener ideas de izquierda o militancia sindical sospechosa. El famoso guionista Donald Trumbo debió pasar tres años en una cárcel y, para sobrevivir siguió escribiendo textos de éxito con otros nombres anónimos. Un momento en el que aprovechó Carlitos Chaplin para irse lejos de Estados Unidos, donde se lo sospechaba de comunista y era vigilado y maltratado por el FBI.
Jopo, peinado donde no se le mueve un pelo, buenas pilchas, cara de pocos amigos, escatimando sonrisas, Trump se ha arrojado a lidiar por lo que quiere, como hizo con sus negocios inmobiliarios. No le fue mal como empresario, está en duda si le irá bien en el Salón Oval que apetece. Pero no ha perdido esa actitud victoriosa de John Wayne.
Para decirlo en pocas palabras : Trump-candidato es un peligro, después de conocer presidencias donde se actuó con prudencia y sentido común en la posición del país en el mundo. Propone : ¿Hay problemas internos? Entonces hay que echar a los latinoamericanos vecinos, generalmente violadores y levantar un muro en la frontera con México. ¿El ISIS musulmán expansionista y criminal quiere crear el sultanato a toda costa? Así las cosas, hay que bombardearlos y mandar cualquier cantidad de tropas a aniquilarlos. Así de fácil. Se olvida de Vietnam, de Corea, de Mogadiscio, de la desintegración de Irak, de las pérdidas humanas en Afganistán.
El establishment republicano no logra digerir a Trump. Confía en otros candidatos,Ted Cruz y Marco Rubio, de origen hispano -de esos que no le gustan a Trump- que en las encuestas no levantan en la predilección del público, para acorralar al fanfarrón. Es Rubio el que más respaldo recibe de la cúspide republicana. Tienen temor a que una presidencia de Trump termine por obligar a los Republicanos a hacerse un hara-Kiripor décadas, por sus resultados. No les falta razón. Trump se autoalimenta de narcisismo cada día más. Y propuestas concretas en lo económico y político no tiene.
No necesita que lo ayuden económicamente. A él le sobra el dinero y puede darse el gusto político.
De todas maneras hay, en el fondo de muchísimos norteamericanos, la necesidad de llevar a cabo el Destino Manifiesto. Que se resume en lo siguiente : «Estados Unidos es la nación más importante del planeta. Es democrática y debe enseñar al mundo entero los beneficios de la democracia, Con el convencimiento o con las armas. Nosotros somos los héroes, los otros unos mequetrefes».
El demócrata Barack Obama está viendo el pugilato político desde la tribuna. Su estilo y pensamiento nada tiene que ver con ellos. Pero también debe preocuparle la marcha tensa dentro del Partido Demócrata al que pertenece. Al lado de Trump , Obama es una dulce paloma. No ha cumplido con sus promesas de llevar gran parte de las tropas norteamericanas en Oriente a casa, es indeciso a la hora de poner tropas a lidiar contra los extremistas, no ha podido cumplir con un montón de promesas de campaña. Pero, acorralado por el Parlamento, ha hecho lo imposible. Lo que ocurre es que la reyerta interna, la candidatura de Hillary Clinton versus la del liberal de izquierda Bernie Sanders, muestra demasiada poca predilección salvo en los jóvenes. Los republicanos están más peleadores y los demócratas demasiado quietos, en algunos casos sin propuestas novedosas y atrayentes y practicables. En las sombras Donald Trump espía y escucha y se siente, como le ha pasado siempre, un triunfador sin vueltas.
DANIEL MUCHNIK – Periodista
http://www.cronista.com/columnistas/Donald-Trump-o-el-regreso-de-John-Wayne
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