Es paradójico, pero siempre se cumple. No sólo en Chile sino en todo el mundo. El populismo promete una y otra vez que sus políticas defienden a los pobres y a la clase media. Y lo que termina pasando, siempre, ¡es lo contrario!
Hoy Carlos Montoya, editor de El Diario de Mañana, te muestra las consecuencias de las políticas que Chile implementó durante los últimos años. Aunque te parezca que la macroeconomía y la política son cosas de otros, que no te afectan, hoy Carlos te va a mostrar consecuencias tangibles y claras de estas políticas.
Si no quieres ser una víctima, si no quieres dejar de entender las causas de lo que pasa, no te puedes perder esta columna de Carlos.
Federico Tessore – El Inversor Diario
No fue el Brexit, ¡es el populismo!
Mientras el dato era ignorado, la caída del cobre y hasta el Brexit eran excusas para justificar la desaceleración económica. Sin embargo, la respuesta viene por el lado de la inversión, y su impacto cada día es mayor.
¡Soy un damnificado del Brexit!
No podía creer lo que me dijo un amigo el martes por la mañana. Él no suele llamarme seguido, menos en horarios de oficina (sabe que de seguro no le contestaré), por eso ver su nombre en mi teléfono llamó mi atención.
Antes de contestar ya me había planeado un panorama con él. Ir por un café y hablar un poco de todo, de los mercados, del bicampeonato de Chile o de algún dato que pudiese darme, debido a su puesto como analista de un gran banco español con sede en Chile.
-¡Soy un damnificado del Brexit! Me acaban de despedir por necesidades de la empresa-, me dijo, incluso antes de saludar.
No supe que responderle, salvo que nos tomáramos un café de inmediato.
-Quién lo diría, se aprueba el Brexit al otro lado del mundo, el banco se cae en la Bolsa y me despiden a mí-, fue el resumen de su análisis.
-Tienes razón con el Brexit y la pérdida en Bolsa, pero yo creo que tu desvinculación se debe a otra cosa, a la caída de la inversión extranjera, y tu banco hace tiempo que está dando señales de un importante ajuste-.
Mi amigo se dedicaba a analizar un sector donde casi no pesa la inversión extranjera, por eso supuse que no estuviese al tanto de las últimas cifras y de la compleja situación que está viviendo nuestro país.
A mediados de mes, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, informó que la Inversión Extranjera Directa (IED) hacia Chile alcanzó los US$ 20.457 millones en 2015, lo que representa una caída de 8% comparado con el año anterior.
La Inversión Extranjera Directa es un factor determinante en nuestra economía, ya que es una importante impulsora de la productividad. La mejora de la productividad se da tanto porque la IED se destina a los sectores con mayor potencial (minería, energía, servicios bancarios o telefonía) como porque aporta tecnología de última generación a la industria local.
Además, la IED genera demanda interna y crea empleos, por lo que sus efectos tienden a dinamizar la economía en su conjunto.
En el mundo, las experiencias más exitosas de países que alcanzaron el desarrollo se enmarcan en tasas de IED cercanas o superiores al 30% del PIB. En la última década, la cifra más alta en Chile se alcanzó durante el gobierno de Sebastián Piñera, con un 26%, mientras que actualmente la inversión extranjera directa sólo significa un 22% del PIB.
Tomando en cuenta sólo esta variable, es de toda lógica que nuestra economía esté creciendo a tasas menores al 2%, siendo ya este es el tercer año consecutivo donde la IED registra fuertes caídas.
Pero, ¿qué hacen nuestras autoridades al respecto?
Continúan con su plan de aumentar el gasto público como única alternativa para empujar el crecimiento… pero sorpresa,
¡No tenemos dinero para hacerlo!
En este complejo escenario, la única salida que se vislumbra es por el lado de la inversión extranjera, pero como ya dije en una de mis columnas anteriores, con más populismo y reglas cada vez menos claras, digámosle adiós al crecimiento. Éste y no otro es el problema principal de Chile: el populismo y el afán refundacional de nuestras autoridades.
El camino que se debe seguir es el de fomentar nuevamente la inversión extranjera en nuestro país. Hoy Chile cuenta con las condiciones ideales para atraer a la IED, esto es:
• Un tipo de cambio alto que favorece las exportaciones
• Tasas bajas y pocas expectativas de alzas, lo que fomenta el endeudamiento de largo plazo en bienes de capital
• Un bajo precio del petróleo, lo que abarata el acceso a energía.
Pero sin embargo, las reformas estructurales que está impulsando el gobierno han horadado profundamente la tan reconocida estabilidad política y jurídica que caracterizaba a Chile. En un mundo globalizado, una multinacional puede cambiar el destino de sus inversiones en un abrir y cerrar de ojos, privilegiando el gasto en un país con las reglas claras, en vez de en uno donde todo se quiere cambiar en un día.
Y eso es precisamente lo que están haciendo. Si pueden, se van del país. Aunque no queramos aceptarlo, la caída en la inversión extranjera directa ya está afectando al chileno de a pie.
El sostenido aumento del desempleo es otra prueba de su impacto, y mi amigo es una víctima más de ello.
Ahora, si Chile no pone manos a la obra en mejorar las condiciones jurídicas, tributarias y políticas para reencantar a la inversión extranjera, lo peor de todo es que mi amigo no será el último desempleado víctima del gobierno.
Carlos Montoya – Editor del Diario de Mañana
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