Con un animo colectivo, dos emprendedores impulsan un particular modelo de compra de propiedades para pequeños inversores.
Esta empresa fintech te permite entrar al negocio del Real Estate por $ 10.000
La tenencia propia de un departamento se une a la larga lista de postergados en la vida de los Millennials. Crowdium, un emprendimiento argentino que recibió inversiones importantes y ganó el premio “Fintech” de Red Innova el año pasado, quiere resolver este tema, de la misma manera que Spotify lo hizo con la industria de la música o Uber, con el transporte urbano: compartiendo.
Juntos es mejor
Usando el mismo concepto de crowdfunding que posibilitó que varios proyectos creativos vieran la luz (en los Estados Unidos, por ejemplo, con Kickstarter y en Argentina con Idea.me), Crowdium utiliza una plataforma online para que pequeños inversores se encuentren con un proyecto de desarrollo inmobiliario y, juntos, se hagan de una propiedad con la promesa de un retorno significativo y un dividendo a la hora de venderlo.
La idea, que tiene un par de aristas controversiales, se les ocurrió a Damian Lopo y su socio hace unos años. Ambos con dos décadas de experiencia en el mercado inmobiliario generaron una solución a la demanda de amigos y familiares de querer invertir en Real Estate con menos de US$ 50.000. “Nos encontrábamos todo el tiempo con este pedido; que con US$ 10.000 nadie podía invertir en nada; la respuesta siempre era ‘Hay que seguir ahorrando’. Mientras tanto, el crowdfunding aplicado al mercado inmobiliario estaba explotando en los Estados Unidos. Entonces unimos las dos cosas: la necesidad de tickets de compra bajos y esta nueva tendencia. Antes, si veías en el diario un emprendimiento en Puerto Madero, lo pasabas de largo, porque sabías que no era para vos. Con un sistema como el que propone Crowdium, ya no es así”, cuenta Lopo.
La plataforma, de uso simple e intuitivo, propone a los usuarios ser socios en una serie de emprendimientos que Crowdium tiene en su portfolio. Cada emprendimiento está abierto por cuatro meses y, luego de mandar la documentación correspondiente a la fiduciaria que verifica datos con AFIP Y UIF, se autorizan los montos y se invierte en el proyecto elegido, del cual el inversor puede esperar un retorno mensual, en proporción a la cantidad invertida. “Negociamos con el desarrollador departamentos terminados y nuestro tope de inversión es el tamaño de la cartera. El porcentaje que recibas será poco o mucho depende de lo invertido, no es que por ser muchos la rentabilidad es menor. Si invirtieron $1, será determinado porcentaje sobre eso. Claramente, si se invierten $200.000, lo recibido mes a mes es más”.
Un opt-out no menos doloroso que el tradicional
Quizás la arista más controversial de los proyectos inmobiliarios que se ofrecen vía crowdfunding es que, en definitiva, nadie es dueño de toda la cosa. A la hora de vender, por ejemplo, el panorama podría ser adverso. Al menos en teoría. Según Lopo, ese no es un problema. “En estos proyectos sí sos dueño de la cosa en sí misma. Pero lo tenés en condominio. Es decir, no tenés el uso y goce exclusivo. Es un producto mixto donde sí sos el dueño pero no te podés mudar. Le das la administración a Crowdium y un monto para que haga la operación y es tuyo como inversión inmobiliaria; no es un fondo de inversión donde ponés plata y no sabés donde va. Es una cuotaparte y, por lo tanto, un activo real”, se defiende Lopo.
La opción de vender, que Crowdium deja en claro en el portfolio de desarrollos que ofrece en su plataforma, también es parte del contrato entre partes. “Apuntamos a proyectos de duración corta, en principio, hasta que el concepto esté asentado en la comunidad que invierte. Los proyectos tampoco duran seis meses, no son operaciones de flipping. Pero sí son carteras cortas y cuando el modelo evolucione también habrá opciones de venta indefinidas, en el que se compra una oficina para alquilarse y no hay un plazo de venta determinado. Ahí si se quiere vender, también se puede, haciendo la operación con un tercero dentro de nuestra plataforma. Pero primero es importante mostrar que quien pone plata, ve un retorno casi inmediato”.
El opt-out, que se da siempre dentro de Crowdium pero que admite la venta a usuarios nuevos es, en casos como estos, fundamental para generar confianza. “Si hay una emergencia o surge la necesidad de vender a mitad de camino, se puede hacer perfectamente porque hay un mercado secundario dentro de la plataforma. Es igual que si tuvieras la propiedad. Es incluso más simple que una operación tradicional. La única diferencia es que no tenés que tener US$ 100.000 sino US$1.000”, explica. “El concepto no es perfecto porque no hay liquidez absoluta –reconoce- pero da una oportunidad a pequeños inversores, 90 por ciento de la población, de entrar en el mercado inmobiliario. No es un mercado de acciones en donde pongo y saco plata; si se busca eso como inversor, este no es el proyecto adecuado. Se busca, sí, un resguardo de valor, sabiendo que las propiedades no han dejado de subir en valor en los últimos 20 años”.
A sabiendas de que este es un mercado global de US$ 1.000 millones, los emprendedores pretenden ampliar el negocio a otros países de la región, en donde no existen plataformas parecidas pero sí problemas similares, como Chile, Uruguay, Paraguay. Para eso buscan financiarse en el exterior para ampliar esos US$ 500.000 iniciales que recolectaron principalmente de Friends and Family. El plan a mediano plazo es poder ofrecerle a los inversores, principalmente Millennials profesionales, la posibilidad de intercambiar ganancias en proyectos por un down payment de la primera casa en un proyecto beta que se llama Crowd House, resolviendo una preocupación creciente en este segmento etario.
Florencia Pulla
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